En esta ocasión, y pese a que en la entrada anterior dije que consideraría escribir todavía acerca de cómics, preferí continuar con la tercera y última parte del "Ciclo de la Poesía" para variar un poco entre los temas que llego a tocar en este blog.
Horacio
es el autor de la Epístola a los Pisones,
mejor conocida ahora como Arte poética.
Parte de lo que vuelve tan especial a esta obra es que, a diferencia de Platón
y Aristóteles, Horacio era un poeta de forma que es capaz de hablar acerca de
la poesía de una forma distinta y ofrecer a la vez su visión sobre ésta a
través de los ojos de alguien que se dedica a ella casi a tiempo completo.
Una
de las cosas más importantes que menciona Horacio en su obra es la analogía a
la cual él da el nombre de “ut pictura poesis” traducido como “la pintura como
la poesía”. Horacio dice que la poesía es, como dice el título, como la
pintura. Así como hay pinturas que son sencillas a la vista y fáciles de
comprender también hay poesía que resulta igual, lo mismo con aquellos que
pueden resultar muy complejos y que requieren de un análisis y reflexión para
ser capaz de entenderlos y comprenderlos en su totalidad. Horacio cree que
ambas formas de la poesía tienen todas las características necesarias para
poder ser apreciadas, pero que a la vez tienen un público distinto que
encuentra el deleite ya sea en lo ordinario y evidente (que gusta más si se ve
de cerca) o en aquello que requiere de la total atención para ser entendido
(gusta si se observa de lejos).
En
cuanto a la función de la poesía, Horacio sostiene que la poética tiene que
estar encargada de crear un texto que resulte estético y por el cuál haya un
interés por darle una forma y un estilo que sirva a su vez para crear algo que
se considere bello, pues los poetas deben expresar el contenido de sus obras,
todo a través de una forma estética. Y aquí entra otro punto muy importante
para Horacio: el hecho de que la poesía debe “mezclar lo útil con lo dulce” además
de “instruir deleitando”. Con lo anterior el poeta se refiere a que la poesía
tiene que guardar un contenido que resulte fácil y placentero para el lector,
pero que a la vez tiene que tener una utilidad real para él para que no se
caiga simplemente en el ocio al momento de disfrutar de la poesía. Para poder
llegar a esto, Horacio cree que se deben seguir los mismos principios que tenía
Aristóteles: el uso de cosas y situaciones verosímiles (además resulten de
agrado para el público) para de esta forma poder dar un mensaje y utilidad que
llegue a ser más impactante al formar parte del gusto del público.
Para
finalizar, cabe señalar que para Horacio la poesía tiene que tener tres cosas
cruciales: la mimesis, la verosimilitud y el decoro. La mimesis es el impacto
que tiene el poema sobre el lector, el cual debe ser suficiente como para
generarle una emoción que sería incapaz de alcanzar por otros medios como la
lógica. La verosimilitud (también llamada Deus
ex machina o el Poder de Dios)
tiene su base a partir del decoro. Se debe ser verosímil porque es lo más
apropiado o prudente y no resulta irreal con lo que se está contando. Por lo
tanto, la verosimilitud implica lo decoroso, que a la vez es lo más apropiado.
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